martes, 19 de noviembre de 2013

Un Entierro Bomba



La anécdota histórica que hoy os voy a contar  puede resultar un poco violenta y desagradable, se trata del entierro del rey inglés Guillermo I. 



Guillermo I de Inglaterra, conocido como Guillermo El Conquistador (8 de noviembre de 1028 - 9 de septiembre de 1087), fue duque de Normandía y en el año 1066 conquistó Inglaterra, llegando al trono a costa de Haroldo de Wessex, alegando su derecho legítimo al ser primo de Eduardo el Confesor, rey anglosajón de Inglaterra. También fue conocido como Guillermo El Bastardo hasta 1066.

A lo largo de su reinado fue un rey duro, llegando a sembrar el temor y el miedo sobre sus  súbditos. Temor que se acrecentaba si tenemos en cuenta que era un gran guerrero. Como militar venció en muchísimas batallas, entre otras la de Hastings donde derrotó a los sajones.

Pero todo aquello le acabó pasando factura, comenzando a sufrir físicamente muchos problemas. En esa época comenzó a engordar de manera exagerada, lo que unido a su altura, le convirtió en el motivo principal de los comentarios jocosos de la corte. Aun así, continuo guerreando hasta que sucedió lo que tenía que suceder.

En al año 1087 luchando por los límites de una frontera en Normandía, en un poblado cercano a la localidad de Roen, Guillermo I paseaba su caballo sobre los campos quemados que dejaban sus tropas. Con lo que no contaba es que  mientras inspeccionaba la zona, su caballo se paró de golpe. Esta parada hizo que su estómago (de grandes dimensiones en ese momento) chocara bruscamente contra la silla del equino. Aquel accidente le produjo la perforación del intestino con la consiguiente filtración del contenido intestinal hacia la cavidad abdominal, ocasionando una peritonitis.

La peritonitis se fue propagando por su cuerpo con el paso de los días. Ésta le producía pus y gases, llegando a convertir su vida en un sufrimiento hasta  que el 9 de septiembre de 1087 acabó su agonía muriendo.

Lo que no sabía Guillermo era la Odisea que iba a vivir tras su muerte. Su cuerpo, muy obeso, fue trasladado a San Esteban de Caen en Francia. Éste estaba completamente lleno de pus, con gases y en gran estado de descomposición. Además, el cuerpo se había hinchado muchísimo, por lo que resultaba imposible meterlo en el sarcófago. Finalmente, un mal empujón, intentando forzar la introducción del cuerpo en el sarcófago de piedra, hizo que el cuerpo estallara frente a los presentes. El estallido vino acompañado por un gran hedor que hizo que los presentes huyeran del funeral. 


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