lunes, 30 de diciembre de 2013

Discurso del Rey Alfonso XIII al abandonar España

Como última entrada del año he decidido poner un extracto del discurso de despedida que realizó el rey Alfonso XIII tras enterarse de la proclamación de la II República. Espero que os guste y que paséis un feliz año.

"Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese desvío no será definitivo porque procuraré siempre servir a España, puesto el único afán en el interés público hasta en las más críticas coyunturas.

Un Rey puede equivocarse y sin duda erré yo alguna vez; pero sé bien que nuestra Patria se mostró en todo momento generosa ante las culpas sin malicia.

Soy el Rey de todos los españoles y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas en eficaz forcejeo con quienes las combaten. Pero resueltamente quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro, en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos porque más que míos son depósito acumulado por la Historia, de cuya custodia ha de pedirme un día cuentas rigurosas.

Espero a conocer la auténtica y adecuada expresión de la conciencia colectiva y mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del poder real y me aparto de España reconociéndola así como única señora de sus destinos.

También ahora creo cumplir el deber que me dicta mi amor a la Patria. Pido a Dios que tan hondo como yo lo sientan y lo cumplan los demás españoles."

14 de abril de 1931
Don Alfonso XIII



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lunes, 23 de diciembre de 2013

La Adoración de Los Pastores del Greco

Con motivos de las fechas en las que nos encontramos le voy a dedicar una entrada a la Adoración de Los Pastores, obra que realizó El Greco para presidir el altar de su propia tumba en la iglesia de Santo Domingo el Antiguo de Toledo. Aunque esta obra haga referencia al nacimiento del niño Jesús, vemos que no parece la típica estampa de navidad debido a la singular técnica que caracteriza la pintura del Greco. 


Este cuadro presenta la obra cumbre de la última etapa de este autor y reúne todas las características de su estilo maduro. Llama la atención los fuertes contrastes lumínicos de la obra. La luz aparece con un gran tratamiento simbólico que inunda todo el cuadro. La fuente de la luz es el niño Jesús.

Como es característico en el estilo del Greco, las figuras humanas aparecen distorsionadas, cuyos miembros alargados aparecen inmateriales y flameantes. La mancha de color predomina sobre el dibujo y el autor aplica una gama de colores fríos. 

La escena se desarrolla en dos zonas superpuestas, la terrenal, que recoge la escena del nacimiento, y la celestial, en la que vemos a un grupo de ángeles. Estas dos zonas están unidas perfectamente en una composición en forma de espiral. 

El profundo sentimiento religioso que tenía El Greco, con un misticismo cada vez más exacerbado, se refleja en la expresión de asombro o recogimiento de los pastores ante la contemplación de la imagen luminosa del Niño Jesús, que parece desvelar cuidadosamente la Virgen con sus manos. La imagen del pastor arrodillado es probable un autorretrato del autor, que une sus manos en actitud de recogimiento y oración, la cual parece reflejar el propio fervor del pintor, con sus ojos a la altura de Jesús, quien parece establecer con él un intenso diálogo con la mirada. 

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miércoles, 18 de diciembre de 2013

El Asedio de Castelnuovo


Durante el siglo XVI, el Imperio Otomano tenía atemorizado a toda Europa. Éste Imperio de vastísima expansión ansiaba expandirse por Occidente. Ante este hecho, algunos países europeos decidieron crear la Santa Liga para poder hacer frente a esta gran potencia.
 
Una de las primeras intervenciones de la Santa Liga tuvo lugar en el año 1538 con la conquista de la pequeña fortaleza de Castelnuovo, en Montenegro, con la intención de hacer un desembarco y constituir allí un núcleo de fuerzas que extendiera en aquellas costas el predominio cristiano. Los aliados de la Santa Liga conquistaron la ciudad con facilidad y decidieron que ésta la controlara España.

Grabado de época de Castelnuevo en el siglo XVI, actual Herceg Novi (Montenegro)


Francisco de Sarmiento fue el escogido para que se asentara en esa fortaleza con unos 3.000 hombres correspondientes al Tercio de Niza. Estos, en caso de ataque, se encontraban desprovistos de toda ayuda ya que la fortaleza se encontraba lejos de los aliados y de los territorios españoles.

El sultán Solimán decide contratacar rápidamente ante la pérdida de la pequeña fortaleza.  El encargado para dirigir el ejército otomano fue el conocido pirata y almirante Barbarroja. Éste reunió en 1539 una armada formada por 200 velas, 150 galeras reales, bien armadas y provistas, y 70 galeotas, fustas y bergantines. El ejército estaba compuesto por 10.000 turcos y 4.000 jenízaros (tropas de élite turcas), y 30.000 hombres, con la caballería correspondiente
 

 Retrato de Barbarroja

Sarmiento, consciente de la respuesta inminente de los turcos, mandó reforzar las defensas, arreglar las murallas, afilar las armas y colocar trampas. No obstante, cabe destacar que los españoles eran muy inferiores en número y en piezas de artillerias comparado con la gran fuerza turca que acercaba.

A mediado de julio de 1539, Barbarroja llegó con su flota a la fortaleza de Castelnuovo. Tras desembarcar las tropas, el almirante otomano comenzó a preparar todo lo necesario para el asedio. Durante estos preparativos, las tropas españolas hacían salidas continuas con el fin de hostigar, en la medida de los posible, la moral y el número de las unidades turcas.

Consciente Barbarroja de que la fortaleza española se encontraba aislada y de que los españoles tenían pocas posibilidades de vencer, decició ofrecer a Sarmiento una rencición honrosa para evitar un gran derramamiento de sangre. Sarmiento rechazó esta oferta y según recoge la historiografía respondió a los turcos con lo siguiente: "Viniesen cuando quisiesen". 

Barbarroja, viendo la negativa española a su oferta, ordenó atacar la fortaleza con todas sus fuerzas. Los bombardeos de artillería se iban sucediendo con los ataques de la infantería y los jenízaros. Los españoles resistieron férreamente ante estos ataques, logrando causar graves bajas al enemigo. Tales llegaron a ser las bajas que el líder enemigo prohibió combatir cara a cara contra los cristianos hasta nueva orden. Y es que Barbarroja sabía que, si tenía paciencia, su poderosa artillería acabaría minando la moral y las vidas de los de Sarmiento.


Así pues, los turcos se limitaron, en el comienzo de comienzos de agosto, a ahorrar fuerzas y lanzar toda la munición posible sobre el castillo. A su vez, la meteorología se puso en contra de los españoles al cargar contra ellos, la lluvia que dejaba inutilizables los arcabuces. 

A sabiendas de la situación en la que se encontraban ya los de Sarmiento, Barbarroja ordenó, en la mañana del 7 de agosto, atacar la fortaleza y a sus últimos 600 defensores.  En aquel asalto final murió el líder de los españoles y gran parte de los pocos defensores que quedaban. 

Como era de esperar, las tropas españolas fueron derrotadas, pero el resultado final de la contienda no fue el esperado por parte de los turcos. Entre 12.000 y 20.000 se cifran las bajas turcas. Las bajas españolas se cifran en 2.800 mientras que 200 españoles fueron hechos prisioneros.

El Asedio de Castelnuovo pasaría a la historia como una de las batallas más heróicas, incluso llegó a ser rebautizada con el seudónimo de la batalla de las Termópilas Moderna.

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viernes, 13 de diciembre de 2013

Agencia Tributaria, el cortijo de los políticos



En los últimos días se ha generado un gran revuelo por los despidos y dimisiones que se han producido en el seno de la Agencia Tributaria y por las palabras que pronunció el ministro Cristóbal Montoro, al argumentar los despidos “por ser socialistas”.

Todo esto nos plantea un gran problema que ya se ha producido en distintas instituciones, como por ejemplo en la justicia, como ya comenté en la entrada Justicia o No Justicia, esa es la cuestión. Los políticos pretenden manipular las administraciones a su antojo, dificultando así un buen funcionamiento de éstas, y obteniendo grandes ventajas. 

En el caso de la Agencia Tributaria, los gobiernos al nombran ellos mismos a la cúpula, se aseguran que ésta funcione según los intereses que vayan teniendo, véase los ejemplo del caso Nóos y el error con el DNI de la infanta Cristina o la supuesta sanción millonaria que le debería de haber caído a la multinacional Cemex.

 

El gobierno no debería inmiscuirse en el desarrollo de las actividades de la Agencia y ésta debería de estar aislada de presiones externas. Las leyes deben cumplirlas todos los ciudadanos, sin distinción de clases. Sin embargo, el problema que hay en España es que los políticos son inmunes a las leyes puesto que son conocedores de las trampas de éstas. 

En definitiva, si existiera un desarrollo autónomo de la Agencia Tributaria se conseguiría frenar, en gran medida, la corrupción. También se aseguraría el cumplimiento de la legislación española a toda esa élite económica-política que pretende evadir las cargas fiscales para así obtener mayores beneficios.

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martes, 10 de diciembre de 2013

Alatriste a su paso por Sanlúcar


En la cuarta entrega del Capitán Alatriste, titulada El Oro del Rey, Arturo Pérez-Reverete utiliza, como escenario de una de las aventuras de su protagonista, la ciudad de Sanlúcar de Barrameda. Aprovechando esto, el autor le dedica unas palabras a la ciudad, describiendo la importancia que ésta tenía a comienzos del siglo XVII.

"Ante nosotros, la barra de Sanlúcar estaba muy bien iluminada por la luz del atardecer. Entre la ensenada de Bonanza y la punta de Chipiona, donde el Guadalquivir abríase en el mar cosa de una legua, la boca del río era un bosque de mástiles empavesados y velas de barcos, urcas, galeazas, carabelas, naves pequeñas y grandes, embarcaciones oceánicas y costeras fondeadas entre los bancos de arena o en movimiento por todas partes, y prolongándose todavía el panorama por la costa hacia levante, en dirección a Rota y a la bahía de Cádiz. Algunos aguardaban la marea ascendente para subir hasta Sevilla, otros descargaban las mercancías en embarcaciones auxiliares, o aparejaban para rendir viaje en Cádiz después que los funcionarios reales subieran para comprobar su carga. En la otra orilla podíamos ver a lo lejos la próspera Sanlúcar extendida sobre la margen izquierda, con sus casas nuevas bajando hasta el borde mismo del agua y el enclave antiguo y amurallado sobre la colina, donde destacaban las torres del castillo, el palacio de los duques, la Iglesia Mayor y el edificio de la aduana vieja, que a tanta gente enriquecía en jornadas como aquéllas. Dorada por la luz del sol, con arena de su marina salpicada de barquitas de pescadores varadas, la ciudad baja hervía de gente y de pequeños botes con velas yendo y viniendo hacia los barcos".




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