lunes, 17 de febrero de 2014

Los Campos de Concentración para Japoneses en EEUU



Cuando hablamos de campos de concentración a todos se nos viene a la cabeza los campos de concentración que crearon los nazis para los judíos. Ahora bien, lo que no conoce todo el mundo es que durante la II Guerra Mundial también hubo campos de concentración en Estados Unidos, concretamente campos para aislar a la población japonesa.


Durante el último cuarto del siglo XIX y las primeras cuatro décadas del siglo XX, un importantísimo flujo migratorio proveniente desde Japón llevó hasta EEUU a cientos de miles de nuevos ciudadanos que llegaron al país con la intención de labrarse un nuevo futuro. La numerosa colonia de emigrantes de origen japonés, que durante décadas vivió de manera tranquila y próspera en su nuevo país de acogida, sufrió un duro revés y la persecución por parte de las autoridades estadounidenses a raíz del ataque de Pearl Harbor del 7 de diciembre de 1941. 

Dentro de la población norteamericana comenzó a aflorar teorías conspiratorias que aseguraban que numerosos grupos nipones se estaban organizando en el oeste del país para llevar a cabo ataques y sabotajes en el mismo suelo estadounidense. Este clima de histeria colectiva llevó al presidente Roosevelt a tomar medidas drásticas para controlar a todo aquel que tuviera algún tipo de relación (directa o indirecta) con los intereses japoneses. Para ello se creó la “War Relocation Authority” y se comenzó a construir una serie de campos de concentración en los que se internaría a todas aquellas personas de origen y/o descendencia japonesa.

A los japoneses se les dijo que eran trasladados a lugares seguros para que no corrieran peligro. Muchos eran propietarios de prósperos negocios que tuvieron que malvender por cantidades irrisorias. Familias completas fueron enviadas a vivir a barracones compartidos, encerradas como si se tratase de peligrosos delincuentes. También se tomaron grandes medidas de seguridad para impedir la fuga, como por ejemplo la utilización de vallas electrificadas.  

 


Se calcula que unos 120.000 japoneses fueron trasladados a campos de concentración.






El campo de concentración más famoso fue el de Manzanar, que se encontraba ubicado en la Sierra Nevada de California. Esta zona se caracteriza por sus extremas condiciones climáticas. En invierno nevaba, mientras que en verano la temperatura llegaba a los 50 grados de temperatura, eso sin olvidar los vientos huracanados. Este campo llegó a albergar a unas 10.000 personas. Estaba rodeado por alambradas de espino, vigilado por ocho torretas con ametralladoras y custodiado por la noche por reflectores. 


Tras cerca de tres años de funcionamiento de estos campos de concentración, la administración norteamericana decidió empezar a dar salida a las miles de personas que fueron encerradas. La inmensa mayoría de los japoneses liberados tuvieron que empezar desde cero, ante una sociedad que los miraba con recelo.

Hasta 1988, durante el mandato del presidente Ronald Reagan, no se pidió perdón oficialmente a las víctimas de esas medidas discriminatorias. Se ofreció una compensación valorada en 20.000 dólares por cada superviviente, sin embargo la gran mayoría ya había fallecido. Los expertos han calculado que a la administración le supuso un gasto de unos 40 millones de dólares, cuando los perjuicios ocasionados a la población japonesa rondaron los 400 millones


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